Salud

Y después… la vida.

Levanta más de un palmo la hierba de la nostalgia
Noches de luna nueva, de libertades varias
De coronaciones al amanecer
De alguna vergüenza que ya superé
Y tantas versiones de un mar

Abril. Vanesa Martín

Hace poco me escribió una chica al blog. Me contaba que se encontraba inmersa en la tristeza post tratamiento, y lo que le había reconfortado leer mi post sobre ello y el hecho de no sentirse sola. Siempre que recibo mensajes así me llegan tan al corazón!! Sin embargo, su mensaje incluía una pregunta “¿cómo te encuentras ahora?”. Me di cuenta, que es cierto, que cuando estás tan sumida en la enfermedad o tan recién salida de ella, no hay vida más allá. Has estado más de un año focalizada en algo que de pronto, si todo ha ido bien, va a ir desapareciendo. Y a la incertidumbre con la que te has acostumbrado a vivir se une el hecho de no saber si serás capaz de volver a ser la que eras antes. Fue esta chica quién me propuso que escribiera este post, que contara como me encontraba ahora, porque a ella la tranquilizó el saber que yo había recuperado mi vida. Así que, aquí estoy, después de casi dos años, volviendo a publicar un post.

Me encuentro escribiendo sentada frente al mar. “Qué le voy a hacer si yo, nací en el Mediterráneo”. Hace tanto calor, que el mar parece un gran lago sin una ola. Lo miro y no puedo evitar acordarme de aquel verano en el que me tenía que cuidar tanto del sol por la quimio, en el que las piernas me dolían de hinchadas que las tenía, en el que tenía que ir todos los días en tren a Valencia a darme las sesiones de radioterapia. También recuerdo jugar mucho con mi hijo en la playa, las cervezas sin alcohol del chiringuito, leer al Dalai Lama en los trayectos en tren o el fresquito de estar calva. Hace tres años de aquel verano, y lo cierto es que no es un recuerdo para nada desagradable. No sabría explicar el por qué. Quizá porque nunca he sido de anclarme en lo malo, nunca me ha gustado ver la compasión en los ojos que me miraban con el pañuelo, nunca me ha gustado sentirme víctima. Aquello fue una lucha y la gané. Quizá haya una próxima y no salga tan bien parada, pero de momento salí victoriosa. Y considero que, de una victoria, una tiene que salir contenta y recordarla como un aprendizaje. Lo contrario sería una ofensa para todas aquellas que se quedaron por el camino.

¿Cómo es mi vida ahora? Mi vida ahora es tan completa y tan serena, que tengo que luchar a diario para controlar el miedo que me produce que algo pueda volver a torcerse. Y es que, cuando pasas por algo tan traumático como un cáncer y eres tan consciente de la vulnerabilidad de la vida, solo tienes dos opciones de vivir: con miedo a que todo cambie en cualquier momento o intensamente, por si en cualquier momento todo cambia. Y has pasado tanto miedo y ha sido tan poderoso durante un largo año, que es difícil evitar que vuelva a tomar protagonismo. Mi miedo y yo vivimos en armonía, ya lo he comentado otras veces. Y me he esforzado mucho por vivir intensamente, dejándolo al él al margen. Y eso se consigue con un trabajo interno, en el que se iluminan zonas oscuras de ti que ni creías tener. Y no es un trabajo fácil, nada fácil… pero qué bonito es no tener casi rincones oscuros! Siempre imagino mi interior como una plaza con un montón de ristras de bombillas, de esas que se ponen en las verbenas de verano en los pueblos. Esa plaza es mi refugio. Solo tengo que cerrar los ojos, y ahí está. Es reconfortante tener un sitio así dentro de una misma.

Bombillas

Mi vida, a simple vista, no ha cambiado mucho con respecto a la de antes del cáncer, pero ha cambiado en lo principal. Se podría decir que era una Claudia antes del cáncer, otra durante y otra muy distinta ahora. Qué os parece!! Tres vidas en una! Es un lujo o no? 😉

Empecé dejando un trabajo que me gustaba, en una buena empresa y con compañeros estupendos, pero en el que tenía que lidiar a diario con una persona oscura y tenebrosa. Un Voldemor auténtico que me pilló sin varita mágica y sin los conocimientos de Howards. Es curioso cómo nos aferramos a nuestra zona de confort pese a no ser nada «confortable». Nunca me planteé en serio salir de aquello antes del cáncer.
Una amiga me dijo hace poco que soy alguien que se quiere mucho así misma. Nunca había reparado en ello, pero es cierto que ahora me quiero todo lo que no me quise entonces para haber salido de aquella situación mucho antes. Dejar un buen trabajo da mucho vértigo, pero para mi sorpresa fue tremendamente liberador.
También saqué a mucha gente de mi vida y de mis redes sociales que me generaban cierta «toxicidad». Gente que te contamina con pequeños detalles apenas imperceptibles. Chorradas y emociones a las que no les das importancia, hasta que pasas por un cáncer. Ahora soy mucho más selectiva. En mi vida no entra nadie que no cumpla con tres requisitos: que sea generosa, que sea noble y que me enriquezca.
Vacié mi casa de objetos y recuerdos innecesarios. Me leí un libro titulado “Danshari”, y con ese conocimiento en mi poder, saqué bolsas y bolsas de objetos, ropa, libros…y junto a ellos se fueron todos los sentimientos y emociones que los acompañaban.

Y con mi vida medio vacía (literal) y en la casilla de salida, empecé a llenarla de nuevo.

Adopté a un gato, que lejos de ser un animal independiente y esquivo, me llenó la vida de amor y compañía durante los meses de recuperación. Llené mi vida de más espacio a solas con mi marido, donde nos volvimos a encontrar y a disfrutar el uno del otro sin que la rutina o la educación de nuestro hijo se interpusiera entre nosotros. Llené mi vida de más espacio para mi, incluyendo una semana al año en la que viajo sola. Y encontré un nuevo trabajo, en una empresa maravillosa, con unos jefes empáticos y unos compañeros en los que la nobleza es el común denominador de todos.

Cada vez estoy más convencida de que hay que vaciarse para dejar espacio libre a que otras personas, cosas o experiencias puedan entrar en tu vida. ¿De qué sirve haber pasado por algo tan traumático sin sacar una lección de ello, sin cambiar las cosas que no te gustaban de tu vida o al menos, mejorarlas?.

Querida hermana de batalla, recuperarás tu vida, pero será distinta. En algunos casos será una versión mejorada, en otros casos tendrás que aprender a convivir con cicatrices físicas y emocionales. En cualquier caso, siempre hay secuelas con las que tendrás que lidiar a diario y hacerlo el resto de tu vida. Lo que está claro es que de algo así se sale fortalecida. Posiblemente seas más intuitiva, más sensible, más pragmática…tienes una perspectiva de la vida distinta al resto. Aprovechad esa visión para intentar crear, para vosotras y los de vuestro alrededor más íntimo, una vida lo más satisfactoria posible.

«Cada uno de nosotros es de momento la vida. Que eso nos baste.»

José Saramago

12 comentarios sobre “Y después… la vida.

  1. Me has emocionado una vez más Claudia, con tu sensibilidad al compartir con todas nosotras esta etapa de tú vida. Muchos besos de una orgullosa amiga que te quiere. Aurora 😘

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  2. Querida Claudia,
    Sin duda un post precioso y lleno de esperanza, como ya sabía que escribirías . Me hago dueña del guiño que haces en tu introducción , con tu permiso, y agradezco infinito tus palabras de aliento, las cuales me tomo al pie de la letra para seguir tu ejemplo.
    Palabras que ,estoy segura , sirven para mucho y , sobre todo, para muchas compañeras de batalla.
    Un abrazo fuerte, nos seguimos viendo en redes y espero algún día pueda ser en persona también ( no vivimos tan lejos ).
    Emma ♥️

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    1. El guiño es todo tuyo! ❤️Gracias a ti por animarme a volver a escribir. Lo echaba tanto de menos!
      Claro! Quedar a tomar un café si no vivimos tan lejos es solo planificarlo. A ver si lo hacemos antes de que acabe el año. Me encantaría! Gracias por tus palabras. Un beso fuerte! ❤️

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  3. Cuántas verdades y qué difíciles!! Yo sigo sin verle el lado positivo y queriendo ser la misma de antes. Ojalá pudiera encontrar una nueva ‘yo’. Pero lo intento cada día. Muchas gracias por tus palabras. Tus palabras me dan fuerza para seguir buscandome.

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    1. Querida Almudena, lo cierto es que el cáncer tiene poco de positivo. Pero ya que nos ha tocado vivir esto, intentemos encontrárselo. No pretendas ser la misma de antes, busca a la nueva Almudena. Estoy segura de que acabarás encontrándola. ❣️
      Un beso fuerte!

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  4. Hola Claudia!!
    Me Llamo Lorena soy de Gandia y conozco tu blog pq tenemos una amiga en común, ella (Inma) me aconsejó que leyera tu blog y la verdad es q me sirvió para empatizar, reflexionar, desahogarme y sentir q no estaba sola en esta experiencia.
    Pq como tu bien dices…el miedo le invade a una cuando tu mente empieza a replantear la situación que puedes llegar a experimentar pero siempre hay algo o alguien en el q te puedes aferrar y tu experiencia en el blog es uno de esos amarres en los que te rescatan de la dureza.
    Gracias por ofrecer tu compañia en un momento en el que la incertidumbre invadia mi ser .Imagino que recordaras que Inma habló contigo para que pudiéramos conocernos, pero al final todo fué muy rápido y se me complicó la situación aunque no descarto la posibilidad de poder conocerte.
    Yo estaría encantada de conocerte en persona.
    He leido tu ůltima publicación y me he vuelto a ver reflejada en ella y por eso te lo queria hacer saber. Me alegro de lo bien que has sabido aprovechar la situación y de la capacidad de compartir tu experiencia porque es un beneficio importante que aportas a las que nos toca vivir un cancer.
    Agradecida por tu labor
    Espero conocerte algun dia
    Muchos abrazos

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    1. Que bonitas tus palabras Lorena. Que me digas que mi blog es “uno de los amarres que te rescatan de la dureza” me llega al corazón. Me siento tan afortunada de poder ayudar y poner ese granito de tranquilidad en cada una, que de verdad es abrumador. Gracias de verdad. Nos vemos cuando quieras. Yo veraneo cerca de Gandia. Cuando vuelva por allí te escribo y nos tomamos un café. Un beso enorme!! ❣️

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  5. He llegado a tu blog por casualidad. Ya sabes, lo sugiere el feed de lector. Me alegro de ello. Yo no he pasado por tu experiencia. No sé cómo puede ser, aunque la he tenido de cerca. La empatía tiene que funcionar en lugar de la experiencia en estos casos, pero es curioso, hay un fragmento de tu entrada en el que me he sentido muy cerca de tus actos: el de ser tres personas diferentes —a consecuencia de un cambio de tu vida—, el de la necesidad de limpieza de todo tipo, y el de vivir con el miedo como amigo. Durante mucho tiempo viví con una circunstancia económica y luego abandoné mi actividad para cuidar a mis padres, en todo sentido. Lidiar con su situación, enfermedad, y cuestiones colaterales-familiares a esa situación, me hizo sentir muy cerca del final de un trayecto, con los sentimientos de culpa y/o de impotencia. Todavía me estoy sacudiendo las emociones de ese período de tiempo y de más atrás. Personas como tú, sus palabras, ponen las cosas en perspectiva. Empatía o experiencia, no sé. Te agradezco que lo compartas, porque no vale solo para quien vive la terrible experiencia de ganarle la batalla a la muerte en primera persona. La muerte está ahí como realidad ineludible. El miedo es una emoción que agarrota y no deja vivir y no deja ver. Perdona si me he excedido en este comentario sin conocerte. Repito que me alegro de haber tenido la oportunidad de leer tu entrada y espero que esa luz que emana te acompañe siempre. Gracias y saludos:)

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    1. Muchísimas gracias por tus palabras. Experiencias difíciles y traumáticas en la vida hay muchas, no necesariamente tiene que ser un cáncer. Así que entiendo que te hayas podido sentir identificada aunque no hayas pasado por ello. Dejarlo todo para cuidar de unos padres no debe ser nada fácil tampoco. Así que mi más sentida admiración! Gracias de nuevo por tus palabras. Te mando un abrazo!

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